Anoche fui plenamente consciente de que cuando voy a una representación de Leo Bassi lo hago, no como quien asiste a un espectáculo, sino como quien va a recibir una disertación política. Bien es cierto que Leo tiene más chispa, ironía, ingenio y mala uva que cualquier profesional del tema y que no quieres que termine porque uno se lo pasa "teta" delante del bufón al contrario de los políticos.
Hace unos pocos minutos he hecho otro símil respecto del mismo asunto. Lo veo como cuando voy al campo de foot-ball a ver a mi equipo. Voy porque juegan ellos, no porque vaya a un espectáculo. Estoy a su lado y quiero que ganen. Si pierden, me voy jodido pero no dejo de ser de ellos. Si han jugado mal pero han ganado, ¡genial!, no fui a disfrutar de las excelencias balompédicas que pudieran ofrecerme sino para estar con los míos.
Pues Leo es de mi bando y me da igual si está bonito lo que hace o no, porque me gusta lo que dice, lo que despierta, lo que transmite. No estoy totalmente de acuerdo en algunos asuntos con él (mi equipo tampoco juega siempre lo bien que a mí me gustaría) y sobre todo tenemos una diferencia fundamental, él cree, yo, ya no, pero me tiene de su lado.
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