jueves, 30 de octubre de 2008

El trabajo

Silvestre sacó la pistola de la funda donde la tenía adosada a sus costillas. Todo lo hacía de una manera suave y elegante por más que fuese un acto repetido incontables veces. No imaginó que este trabajo le fuese a costar tanto. No le gustaban los encargos en los que el objetivo era una mujer porque encontraba cierto reparo que con los hombres no tenía. Debía de guardar relación con eso de que las mujeres son, en teoría, más indefensas que los hombres, cosa que por otra parte la vida le había demostrado en numerosas ocasiones que no era cierto, pero aquello que se aprende o se dan por cierto en la infancia queda grabado para siempre en lo más recóndito del cerebro. Pero lo de ésta trascendía a un simple reparo. Lo notó en cuanto la tuvo cara a cara la primera vez.

Ahora la tenía en frente por segunda vez y notaba cómo se le descosía la boca del estómago. No quería matarla. Le gustaba mucho y eso que no había cruzado palabra alguna con ella, pero el pelo moreno, los ojos verdosos y la sonrisa que tenía lo cautivaban por completo. Era, además, una mujer elegante y decidida, o al menos, eso le parecía.

Podía no asesinarla, al fin y al cabo, hacía años que era su propio jefe, aceptaba los encargos que quería y rechazaba los que no le gustaban. Todavía no acababa de entender por qué había aceptado éste. Por el dinero, suponía y, también creía recordar que cuando vio la foto de ella nada le hizo pensar en que sería más complicado que en anteriores ocasiones, ¿o sí lo pensó? A estas alturas de la película ya daba igual, estaba allí e iba a terminar lo que había empezado. Además, si ahora abandonaba iba a ser un golpe para su reputación y podía empezar a tener problemas para seguir trabajando.

Por mucho que le enseñara aquella preciosa sonrisa podía ver en sus ojos el terror que la poseía. "Ten cuidado, es inteligente, o al menos lo parece", se decía para sí. "¡Joder, es preciosa! y me la tengo que ventilar", pensaba, "¿y si paso esta vez?" A la vez que la duda asaltaba su cerebro se iba acercando lentamente a la cama donde estaba incorporándose su víctima. El dormitorio era enorme, como toda aquella casa. De hecho le costó un par de minutos llegar desde la entrada hasta él. Siempre tuvo, de todas formas, problemas para orientarse correctamente.

Todo en aquella habitación era blanco o negro, todo perfectamente combinado. Vestía un pijama de seda blanco, seda o algo parecido, porque tenía pinta de ser muy suave. Tampoco es que él entendiese demasiado de tejidos. Las sábanas también eran del mismo color que el pijama, sin embargo la cama en sí era negra. Se trataba de una cama de estilo japonés. Detrás de la misma, pegadas a la pared, colgaban dos láminas con letras japonesas en negro que ocupaban casi todo el alto de la misma. No se fijó en más detalles.

"Coge todo lo que quieras, no voy a oponer resistencia a que robes", dijo Victoria. "¡Qué voz tan bella!", pensó él. -"No vengo a robar, vengo a..., bueno..., estoy aquí por ti, no por los objetos".
- "¿Por mí?, ¿me vas a secuestrar?"
- "No, me envían a matarte..."
- "Aghh", gritó, o al menos era su intención porque lo que salió de su garganta fue una especie de susurro ahogado. El semblante le cambió al instante, se quedó pálida y descompuesta. Aun así seguía estando estupenda.
- "¿Sorprendida?". ¿Qué coño hacía hablando con su víctima? La primera regla de su profesión era no hables a quien te vayas a cargar o se complicará.
- "Sí, claro. No entiendo nada. ¿Quién quiere matarme? Si no soy nadie ni he hecho nada para merecerlo.", argumentó nerviosa y sofocada.
- "Pues alguien debe de pensar lo contrario. La vida es una caja de sorpresas. La verdad es que no tengo idea de qué tiene que ver contigo quien me ha contratado, ni mucho menos el motivo. Cuando acepto un encargo procuro tener la menor información posible de ese tipo para evitar trabas emocionales. Deberíamos dejar la cháchara, voy a hacerlo de todos modos".

Vio cómo se humedecía el pantalón que la cubría. Era tanta su experiencia que hasta podía oler el miedo, porque, sí, el miedo tiene olor. En ese momento impregnaba toda la habitación. Se le encogió el estómago. Ella volvió a padilecer. Levantó el brazo, apuntó, le gustaba acertar en medio de la frente, rápido, indoloro, seguro. ¡Chuk, chuk! Dos tiros y una morena menos. La almohada blanca se teñía lentamente de rojo oscuro. Al final no resultó tan complicado. Tocó el silenciador, le gustaba el calor que desprendía. En la calle hacía frío, en su estómago también, porque allí era donde Silvestre almacenaba los sentimientos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Cosas que disfruto de verdad

1. El olor a napalm por las mañanas.
2. Que la música me haga suyo a las 5 de la mañana, por ejemplo.
3. Desconcertar al personal.
4. Hacer girar la ruleta, aunque agote.
5. No saber por dónde voy a salir mañana.
6. Un clásico de foot-ball.
7. Una buena película a solas en una sala.
8. La madrugada envuelta por mis pensamientos.
9. Santa María de la Feira, aunque me rompa el alma es tan positiva...

Entrañas

Mi alma se oscurece según pasan los días. Imagino que para renacer más o menos limpio (nunca se vuelve a la pureza original) será necesario caer a los infiernos, pero, ¿y si esta vez no hay redención posible? ¿O si me quedo en el intento? ¿Y si mi alma le ha cogido gusto al reverso tenebroso? Algo de "pureza" debe de quedar por ahí cuando al menos me hago esta reflexión. ¿Acaso me hallo en una lucha interna entre el "bien" y el "mal"?

Sé que mi lado oscuro es muy fuerte, últimamente aflora como nunca y se resiste a ser domeñado. ¿Ha llegado el momento de cederle el control? Si llega ese caso, que Dios, si existe, os pille confesados porque no habrá piedad...

martes, 28 de octubre de 2008

Burn after reading

Así se titula la última película de los hermanos Coen.

Por norma general me gusta el cine que hacen estos tipos: ácido, fresco, esperpéntico, muy visual, bien estructurado, aunque he de reconocer que últimamente habían bajado el nivel de sus productos, hasta que estrenaron No country for old men, donde volvieron a retomar el camino correcto. Sus anteriores películas muestran gran autocomplacencia, alarmante falta de originalidad y demasiado ahínco en aumentar el número de espectadores a costa de la calidad de sus cintas.

La decadencia en su cine arranca en O Brother! y tiene su colofón en el remake de Ladykillers, conocida en castellano como El quinteto de la muerte. Hacía tiempo que no veía película más horrorosa, previsible y falta de gracia. Destrozaron vilmente una gran película teniendo talento de sobra para haber hecho otra cosa.

Afortunadamente, como señalé, volvieron a su senda con No country for old men y ahora certifican dicho retorno con Burn after reading. No es una gran película, de hecho desde mi punto de vista, hay algunos detalles que quedan poco claros y que si se piensan mucho ponen en entredicho el flujo de los acontecimientos pero, entiendo que el resto del conjunto compensa esos pequeños errores (en el supuesto de que no sean buscados a propósito).

Vuelven al humor negro, lugar donde se mueven como pocos, a la suma de acontecimientos casuales que van dando pie al desarrollo del guión, a presentarnos personajes comunes con cierto toque estrafalario tan habitual en su cine y que al final son el motor de sus historias. Pero, además, en este caso los mezclan con los grandes intereses de la CIA y ello hace que brote una comicidad magnífica, muy oscura y harto reconfortante.

Estupendo John Malkovich aunque todos hablen de Brad Pitt. Frances MacDormand, extraordinaria y, nunca me gusta George Clooney en las películas de los Coen, quizá, porque está fuera de sus papeles habituales y eso hace que me despiste y no me lo crea.

En todo caso, película recomendable.

Que la disfrutéis.

miércoles, 22 de octubre de 2008

En casa

Hola, hola.

Acabo de regresar de un bonito viaje por tierras centroeuropeas que me ha tenido por allí dos semanas. Casi todo el tiempo he estado en Suiza pero también tuve oportunidad de visitar Innsbruck y Salzburgo (y Feldkirch también, que se me olvidaba) en Austria y adentrarme unas horas en la Italia donde se habla alemán, el Tirol Sur. ¡Ah! y Lichtenstein, que es un sitio muy pequeño donde si no frenas al entrar te sales enseguida por el otro lado.

Como soy una víctima de la situación de crisis económica y me he quedado sin curro voy a tener bastante tiempo para ir añadiendo alguna cosita con más frecuencia que anteriormente.

Por hoy vale porque no estoy muy animado para seguir escribiendo. Sólo dos cositas. Mal el Madrid ayer contra la Juve. A ver el Pateti qué hace esta noche contra los gloriosos Reds.

When you walk through a storm hold your head up high...

¡¡Liverpool, Liverpool!!

miércoles, 1 de octubre de 2008

De vuelta

Multitud de sensaciones y sentimientos agolpados en mi estómago durante estos dos meses de ausencia. Sigo sobre mi montaña rusa particular. Tuve tan cerca vivir algo extraordinario... pero se escapó, se fue, tendría que ser así, supongo, no se iba a sostener durante mucho tiempo pero hubiese sido interesante, complicado pero interesante.

¿Me he vuelto más enigmático de lo habitual? También más vulnerable.

Y la ruleta sigue girando. No tengo idea del próximo número donde caerá la bolita pero ahora necesito un poco de calma, de paz. La necesito para los próximos vaivenes, los que seguro que vendrán. Por una parte no los quiero, hace que me deje el alma a jirones por las esquinas pero por otra hacen que me sienta vivo. Es tan agotador...

¡Ah!, que no se me olvide lo mejor: ¡¡Volvemos a ser primeros tras ocho años!! ¡¡Que se acabe la liga ya!! ¡¡Hala Unión!!