viernes, 30 de enero de 2009

El club de los poetas muertos

Un soneto, Violante no me ordena,
tarea voluntaria que se antoja
ardua, difícil, dura sin ver la hoja,
con ella delante: mortal condena.

Tema no tengo, resulta una pena
tratar de escribir sin más, pues me enoja
cuando en otros lo veo y me sonroja
ahora mi actitud, aunque me llena.

Cuartetos atrás, tercetos acechan.
Brotan palabras, las rimas complejas
me hacen sudar, pues todas se pertrechan

cual monjas de clausura tras sus rejas.
Parece que las musas ya cosechan
para sí estos versos aun con quejas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

En primer lugar, querido Delfín, no he pretendido coartar tu derecho de expresión suprimiendo el comentario, lo hice sin querer, al intentar precisamente eliminar dos míos posteriores que me quedaron incompletos. Con las líneas que siguen doy cobijo a ambos.

Me decías que el último verso debería ser "...aun con quejas".

Ésa, de hecho, era la idea original, pero si te fijas en el cómputo silábico saldrían diez: "pa_ra síes_tos ver_sos aun con que_jas" debido a la sinalefa de "sí" y "es". Bien es cierto que para el ritmo propio del poema y, del verso en particular, podía haberme tomado la licencia de separar de contar como distintas sílabas "sí" y "es", pero temía que alguien me echase en cara que no había sabido contar las sílabas correctamente.

Una vez que has hecho la observación y ya me he explicado, aprovecho para cambiarlo y dejar "aun con quejas".

Un abrazo.

Q.

Anónimo dijo...

Amigo Q, (anónimo en tu propio blog, adónde llegaremos...), cuando hay una vocal tildada no hay sinalefa ni sinasemen. La tilde le da entidad de sílaba completa, la tilde deshace los diptongos.
Por si quedaran dudas, le pones una coma después del "para sí".
Abrazuno.

Anónimo dijo...

Un nihilista escribiendo poesía, sin duda estamos cerca del fin del mundo...mucho más próximos de lo que creiamos.

Anónimo dijo...

es verdad!! el sonetooooo!! hasta que no lo he visto no lo he creido!

Anónimo dijo...

Te impones el trabajo fascinante
del clásico soneto y te confiesa
lo duro y complicado de la empresa
tener una hoja en blanco por delante

como una vida entera. Semejante,
por ello descontento, al que progresa
sin asunto o motivo que interesa,
te sientes, sin embargo, rebosante.

Terminan los cuartetos su andadura
e inicias sin descanso los tercetos.
Transpiras indagando la fractura

que muestre de la rima sus secretos.
Las musas te coronan en su altura
el príncipe, laurel, de los sonetos.

besos Oh capitán, mi capitán