miércoles, 7 de mayo de 2008

¡Hala Unión!

http://www.halaunion.com/


Con el ¡Hala Unión! los paletos mesetarios de Salamanca llevamos animando a nuestro equipo durante años. No voy a decir que dicha voz tenga tantos años como nuestro querido club que va ni más ni menos que por los ochenta y cinco pero yo lo llevo escuchando desde que tengo uso de razón.

Cuando oigo ese grito se me pone el vello de punta. Sé que es un tópico pero es así, tal cual. Me viene todo el sentimiento a la garganta. Es la voz de guerra de una ciudad, de un pueblo, probablemente también de un modo de ser. Un modo de ser que no siempre comparto, arisco, seco, que sólo anima cuando va ganando, pero también noble, leal, auténtico. Es mi grito de guerra.

Recuerdo perfectamente la primera vez que fui a ver un partido oficial al Helmántico. Ahora mismo no sé si también era la primera vez que lo pisaba, creo que ya había estado antes en algún partido de pretemporada. Debía de ser la temporada 82-83 o la 83-84. Mi tía me había regalado un abono y su marido me llevaba a los partidos. Aquel partido era contra el Español, era de noche, recuerdo que llegamos con el partido ya empezado. El fondo estaba lleno. A un chavalín de diez u once años aquello le pareció la leche. La gente gritaba animando, por supuesto mucho ¡Hala Unión!, todos aplaudían acompañando los gritos. Mucho puro, pocas mujeres, todos de pie, la luz intensa de los focos y... diez tíos en el césped con camiseta blanca y pantalón negro y, un portero, qué digo un portero, un mito: Jorge D'Alessandro.

Aquel partido creo que terminó con empate a uno y aquella temporada descendimos a Segunda. Mi madre no quiso prorrogarme el abono y bueno, con aquella edad tenía entretenimientos de sobra. No lo voy a negar yo era del Madrid antes que de la Unión, pero aquellos partidos supongo que sirvieron para encender o avivar un poco más el sentimiento unionista dentro de mí.

Esa misma temporada visitó el Helmántico el Barça de Schuster y Maradona, recuerdo verlos durante el calentamiento. No tengo muchos recuerdos del partido, bueno sí, la melena rubia del alemán y los rizos de Diego. Todo el mundo estaba pendiente de los dos astros. También andaban por allí Marcos Alonso y el Lobo Carrasco, ¡qué pedazo de jugador!

También recuerdo que no fui a ver al Madrid porque preferí quedarme en casa viendo un episodio del Sheriff Lobo, cada vez que lo recuerdo me doy de cabezazos contra la pared. El Madrid de Juanito, Santillana, Stielike... ¡Qué tarugo!

De la Unión recuerdo a Herrera, Corchado, Pepe, Enrique, Ángel. Pepe era un brutote que lo único que hacía era correr y pegarle fuerte al balón. Todavía recuerdo una vez que a veinte metros de la portería, de sus pies salió un obús que impactó en la cara de una mujer que estaba en el mismo fondo que yo. La dejó inconsciente.

Aunque ya antes de esa primera temporada como socio seguía los resultados de la Unión, empecé a hacerlo con más intensidad.

Pasaron unos años. Tenía quince o dieciséis. Con la adolescencia todo se magnifica, o no, pero se vive más intensamente. Mientras el Madrid ganaba ligas y alguna copa que otra la Unión deambulaba por Segunda B. En ésas que conocí a gente que eran socios y allá que me apunté también. Estábamos en Segunda B. Íbamos al Fondo Norte con un montón de banderas y nos dejábamos la garganta animando y las piernas saltando. Llegamos a confeccionar una bandera de 5x3 o 7x4 que desplegábamos a la salida del equipo al campo y cuando marcábamos. Me lo pasaba genial. Con Charli, Pablito, Gonzalo, Joaquín, los gemelos, Ubaldo... ¡Grandes momentos! Mi madre me hizo una bufanda con franjas blancas y negras que en el invierno mesetario se agradecía.

Cada partido una vivencia, una ilusión., también tristezas. No sé si fue aquella primera temporada o la siguiente, llegamos a la última jornada en el Helmántico con la posibilidad clara de subir a Segunda A. Lo teníamos todo a favor, con un empate subíamos tras varias temporadas en Segunda B. Subían los cuatro primeros. El problema es que el rival era el "archienemigo" Burgos y eran los otros que optaban a la plaza de ascenso. Tenían buen equipo y al tontolaba de Portugal (actual Secretario Técnico del Real Madrid) y mira que era tontolaba y provocador. Nosotros teníamos a Lozano en la portería, a Teo Abajo manejando el cotarro y a Biota arriba.

Empezaron marcando ellos. Nosotros jugamos atenazados todo el partido por la responsabilidad de jugar en casa pero conseguimos empatar con gol de Biota en una jugada un poco embarullada. Se acercaba el final del partido y el resultado, como he dicho antes, nos valía. Achuchaban los burgaleses pero llegaba el minuto 45. Fue ahí cuando Abajo cedió un saque de esquina. ¡Noooooooooooooo!, grité, lo vi claro, nos la van a enchufar. Era en el fondo contrario al que nos encontrábamos, sacaron, uno de ellos remató de cabeza, vi a Lozano volar y... ¡a tomar por culo!, gol y todos los seguidores del Burgos gritando. El resto del Helmántico muerto. El árbitro pita el final. Primer gran chasco de mi vida. Me quedé petrificado. No bromeo, tardé días en recuperarme. Mis padres me decían que no había que tomárselo tan a pecho, que no fuese tonto, que no era tan importante. Algunos de mis colegas estaban igual que yo, alguno incluso peor.

Recuerdo ir a clase verdaderamente jodido. El lunes, obviamente, fue el peor día. No me apetecía ni hablar y veía una y otra vez a nuestro portero volar y el balón entrando en la portería. Al final de la semana creo que ya lo había superado pero la herida tardó tiempo en cicatrizar. Creo que sólo lo he pasado tan mal otra vez en mi vida y fue por un tema amoroso.

Pero hay una cosa que por entonces no sabía y que, bueno, en realidad no hace mucho que aprendí, y es que todo pasa, lo bueno y lo malo, y que cuando toca lo malo, pues se aguanta y termina pasando. La siguiente temporada empezó con aires renovados, fichamos a Balbino que era un central impresionante que venía del Atlético de Madrid, ni más ni menos, estaba Echevarría que era un tipo duro y técnico que igual jugaba de lateral o de interior izquierdo y era el justiciero del grupo, por supuesto Balta, también Paco y Melo, cómo se reía la gente con él (aunque a él no le gustara) y regresó el entrenador talismán que ya nos había subido de Tercera a Primera en dos temporadas consecutivas, José Luis García Traid. Había mucha ilusión esa temporada, pero había un problema. Habían reestructurado la categoría, eran cuatro grupos pero sólo subía el primero de cada grupo. El reto era complicado pero el equipo se había hecho para eso.

Si el año anterior había sido la gran decepción, éste fue mi primer gran alegríón. La temporada fue memorable. Siempre el mismo devenir de los partidos, marcábamos un gol, nos echábamos atrás y matábamos a la contra. Con el 1-0, 2-0 o 2-1 solventamos la mayoría de los partidos. Y fuera de casa 0-1 o empate. Varias jornadas antes de llegar al final teníamos la ocasión de sentenciar y subir. Podía vivir mi primer ascenso en vivo. Nos visitaba el Alcalá, creo recordar que vestían de azul. El partido controlado y los últimos minutos García Traid ordenó a los jugadores mantener el balón sin arriesgar. El balón iba de uno a otro de los nuestros. Los del Alcalá tampoco ponían mucho empeño en quitárnoslo, debía de ser que el resultado no les iba mal. Y ocurrió algo que estuve muchos años sin comprender, el Helmántico casi en pleno comenzó a pitar al propio equipo porque no atacábamos. No lo entendía, lo fundamental era ascender y con el empate nos bastaba. Así somos en mi pueblo. En vez de festejar el ascenso nos ponemos a silbar. Es que nunca he entendido lo de silbar a tu equipo. Creo que hay que estar a muerte durante los noventa minutos, hagan lo que hagan, aunque estén jugando fatal. Siempre con el equipo, siempre, como los ingleses. ¿Y la decepción del ascenso frustrado de la campaña anterior? Pues pasada quedó. Y primera celebración en la Plaza Mayor. Cuatro gatos, pero contentos.

Vinieron unas temporadas en Segunda A, Lozano se había ido al Valladolid que estaba en Primera. Fichamos a Manolo Cervantes, uno de los mejores porteros que he visto en mi vida, ¡lo que le vi parar a ese hombre! Increíble. Fueron temporadas con emociones, vinieron los uruguayos Miranda y Cabrera. Miranda no llegó a cuajar pero dejó unas perlas increíbles y algunos partidos para enmarcar, tenía la técnica y la visión de juego de un "crack" pero además hay que tener cojones y carácter. Cabrera venía cedido del Valladolid y era un brutote, eso sí se dejaba todo en el campo. Si sería bruto que una vez mandó el balón a las nubes cuando estaba debajo de la portería y sin nadie delante... Lo dicho, bruto, bruto. Pero eran de mi equipo y yo estaba orgulloso de ellos. Imborrable el recuerdo de Rodolfo, ¡qué central! Se comió toda la etapa de la Unión en Segunda B pero era un jugador de Primera.

Este ciclo tuvo su final con el descenso a Segunda B y la eclosión del amor, el sexo y la juerga en mi vida. Pero me centraré en el descenso. Llegamos a las últimas jornadas cayendo en picado. Se cambió al entrenador y se fichó a un tipo extraño por su físico: alto, desgarbado, con pelo y barba a lo jesucristo y por su nombre Felipe Neri. Creo que era uruguayo. A nadie le gustaba un colín pero a mí sí. El desenlace final fue contra el Eibar pero la película fue la misma que en partidos anteriores. Llegábamos empatados al final del partido, paradones de Cervantes que nos mantenían vivos, contraataque, Felipe Neri pega un tiro enorme que da en el palo, la portería temblando, el balón sale disparado más allá del área grande, los del Eibar salen como motos, nos cogen como les da la gana, gol, final y a Segunda B. ¡Qué chasco! Hubiese seguido como socio pero como surgió todo lo demás y nunca me he caracterizado por mi constancia en nada pues lo dejé, pero eso sí, de este ciclo y desde aquel día que perdimos contra el Burgos saqué la siguiente conclusión: sería de la Unión hasta la muerte, aunque lo último que pensé es que sería la suya...

Pasan los años, Charli siguió yendo al campo y se chupó dos o tres eliminatorias de ascenso, la primera con Neme en el banquillo. Estuvo en Lasesarre. Me contaba cómo temblaba la madera del estadio de Baracaldo cuando los locales pateaban el graderío gritando ¡Peñarol, Peñarol, Peñarol! (visten igual que el glorioso club uruguayo). Yo escuchaba esos partidos por la radio. Fracaso tras fracaso. Tuvo que ser con un joven de Tolosa llamado Juan Manuel Lillo que venía de entrenar a la Cultural y Deportiva Leonesa quien consiguiera el logro de salir del pozo. Implantó un estilo de juego claro: el tiquitaca, pero durante dos años fue eficaz.

No lo he dicho pero desde los ocho años me gustaba también el baloncesto, de hecho era a lo que solía jugar. La temporada anterior a que Lillo ascendiera a Segunda con la Unión y se terminaran varios años de frustración futbolera en la ciudad, se había creado el Club Baloncesto Salamanca en la división inferior a la ACB. Pues a la vez que la Unión subía a Segunda los del baloncesto lo hacían a la ACB en su primer año de historia, ¡alucinante!

Ya era momento de retornar a ver deporte en directo. Pero tenía la duda, ACB o Segunda. Y aquí vendría uno de los momentos clave que todos tenemos en nuestras vidas. El abono de los dos costaba lo mismo, 20.000 ptas. Mi madre me dijo que me pagaba el que yo quisiera. Lo medité unos días. Hacía un par de temporadas que el basket había dejado de interesarme tanto como antes, permitieron el tercer extranjero y eso, no sé por qué, me alejó paulatinamente de la canasta. Y tomé la decisión: ¡Hala Unión!

Si no me falla la memoria: Olabe, Josema, Balta, Torrecilla, Sito, Díaz, Medina, Quiroga, Barbará , Vellisca, Quico. También andaban por allí, Jandri, Villafañe, ¿Sukunza?,un chaval de Béjar, creo, del que no recuerdo el nombre y, por supuesto Urzáiz, aunque éste llegó en el mercado de invierno. Vellisca y Barbará son históricos del club. Vellisca pasó luego al Zaragoza y que sepa terminó su carrera con el Almería en Segunda. Extremo izquierdo velocísimo pero fallaba demasiado a la hora de ponerla. Aun así jugó varias temporadas a un excelente nivel en Primera. Y Barbará, sin palabras, ¡Barbá, Barbá, Barbá, Barbará! ¡Qué mediapunta! Con visión de juego, calidad técnica increíble y buena definición aunque no se puede decir que fuese un hombre gol. Es mi jugador favorito de todos los que han pasado y he visto en la Unión. Con el 10 a la espalda me ha hecho pasar la mayoría de los mejores momentos que he pasado en un campo de foot-ball. Imborrable en el recuerdo del 4-0 que le metimos al Toledo la parábola que tiró ante la salida del portero prácticamente desde la banda, y todo el Helmántico gritando: ¡Barbá, Barbá, Barbá, Barbará! Y mucho ¡Hala Unión! Gracias, Joan, de corazón.

Nadie se lo esperaba pero tras una temporada de un foot-ball arrollador en el Helmántico, eso sí hacíamos un montón de ocasiones pero nos costaba marcar, y de buenos partidos fuera de casa conseguimos contra todo pronóstico colarnos en los puestos que daban derecho a jugar la promoción de ascenso a Primera. ¡Algo impensable! Y las puertas de Primera doce o trece años después a nuestros pies. Recuerdo de aquella temporada el partido contra el Mallorca que terminamos 0-0 pero les pudimos meter siete fácilmente. Prats lo paró todo, absolutamente todo. Y un 1-2, creo, contra el Lleida de Mané que nos metió un baño táctico aunque Juanma con su habitual filosofía dijo que el foot-ball de Mané había sido ruin y mezquino. Juanma, Juanma...

Nos tocó jugárnosla contra el Albacete. Primer partido en casa. Eran mejores. Gol del bombardero Zalazar (no sólo la pegaba bien, sino que era un gran pelotero) desde su casa que coge a Olabe retrocediendo, le bota delante y se le cuela. El otro fue de Nenad Bjeliça, se la clavó por el primer palo al guipuzcoano que no estuvo muy fino esa noche. Pero no me daba por vencido. Estaba claro que lo teníamos difícil pero no imposible. Quedé en el Saint-Galle para ver el partido, o al menos eso creía yo, porque Zarza decidió que había que jugar al tute. Creo que también estaban Héctor y Juan. Yo pedí estar frente al televisor, lo echaba Telemadrid. David Cari Zarzaparrusa me dijo algo así como: pero si no van a subir. El otro día casualmente lo rememorábamos. El Alba tenía controlado el partido. En una ocasión aislada, no sé si de un saque de esquina o una falta lateral Torrecilla consiguió marcar. Había esperanza pero no llegaban las oportunidades. Los del queso seguían controlando el partido, se estaban confiando demasiado.

En un último arreón, más por empuje que por otra cosa conseguimos pisar el área manchega. Con el tiempo ya cumplido tras una prolongación excesiva el jugador del Albacete Tomás (¿de nombre Albert?) cometió una falta que le costó la segunda amarilla a diez metros de la divisoria dentro de su campo. Subió todo el equipo a rematar, supongo portero incluido, la sacaba Sito. Él mismo le decía a sus compañeros que todos arriba. Dejamos las cartas, yo al menos. Aquí viene, aquí viene le decía a David. Molina era el portero contrario. Saca Sito, el balón al borde del área pequeña sale Molina como solía hacer y aparece para rematar de espaldas a portería, con la coronilla, Urzáiz, Molina se la traga y... ¡¡¡¡goooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooolllllllllllllllllllllllllllllllllll!!!!, nos abrazamos, Zarza casi me tira las gafas. Tranquilo, que queda la prórroga. Una mierda, me dice, esto lo ganamos. Y así fue, 0-5 y el orgasmo total. Te lo dije, te lo dije, teníamos que ver el partido en vez de jugar a las cartas le repetía. Cuando empezó el partido el Saint-Galle estaba medio vacío, antes de la prórroga con algo más de gente, durante la prórroga medio lleno, y ¡joder!, salimos de allí a celebrarlo y la ciudad era un hervidero. Nunca he visto tanta gente de noche en la calle como aquella. Y la noche salmantina es caliente. De todas las edades, por todas las calles, y al día siguiente era laborable. Apoteósico. Y de nuevo a la Plaza Mayor. ¡Hala Unión, Hala Unión, Hala Unión!

La temporada siguiente fue horrible. No sé por qué tenemos la costumbre cada vez que bajamos de hacerlo los últimos destacados, y eso fue lo que ocurrió, en Segunda a falta de cinco jornadas, creo. Un horror.

Pero, lo dicho, nada es eterno y todo lo que baja, sube. Empezamos con el mítico Alves (jugador portugués de la Unión de los 70 que jugaba con guantes negros) como entrenador y un montón de fichajes. Tras ocho jornadas sólo 5 puntos de 24. Alves a la calle y llega Andoni Goicoechea. Empezamos a ganar partidos, Taira, Giovanella, Pauleta, César Brito, fichajes que serían trascendentales en el intento de volver a subir.. En realidad todo el mundo sigue diciendo que los jugadores hacían lo que les decía Ivkovic, el portero...

Empezar con 5 puntos de 24 lastra al más pintado. Ésa fue la distancia que tuvimos que ir acortando toda la temporada. Pero ya lo dijo Javi Clemente: para equipo grande en Segunda, el Salamanca... Antepenúltimo partido de liga, la Unión juega en Badajoz, sólo nos vale ganar. Con Artola y Chinton en el autobús de ida y en el de vuelta, ¡qué suplicio! Allá que nos fuimos, partido anodino y en el último instante, un balón largo para César Brito, cae en el área y el árbitro pita penal... Increíble. ¡Marcamos en el último instante! La Primera a nuestro alcance.

Salimos del campo con los transistores, el Madrid se juega la liga en Bilbao. Pierden 1-0 pero es la primera Liga de Capello. Si subimos, la temporada siguiente la vamos a disfrutar viendo a Roberto Carlos, Morientes, Suker, etc... Megus.

Siguiente domingo en casa. Jugamos contra el Mallorca que está en posición similar a la nuestra. Recordemos que suben dos y promocionan otros dos. A los 30 min aprox. Torrecilla, nuestro central expulsado. Medias gradas bermellonas y encima con diez. Pero, ahí se produjo una de las situaciones de mayor comunión entre público y jugadores, todos entregados para conseguir un objetivo común. ¡¡Hala Unión, hala Unión, hala Unión!! Con diez y perdiendo porque lo de Torrecilla fue un penal conseguimos darle la vuelta al partido. ¡Ya sólo dependemos de nosotros! A colonizar Vitoria para la última jornada.

Aquel día probablemente sea el que más he disfrutado en mi vida como espectador. Poco antes del final de la primera parte marcamos. Resultado final 0-4 ¡¡y a Primera!!

A las pocas jornadas de la temporada siguiente Goico cesa en el cargo de entrenador y fichamos a Chechu Rojo. Terminamos salvándonos con un 1-4 en el Camp Nou contra el Barça de Van Gaal que ya había ganado la Liga varias jornadas antes.

Pero, la temporada siguiente, a tomar por culo. Bajamos sin remisión y sin nada a qué agarrarnos. Trajeron como entrenador a Miguel Ángel Russo en un intento de emular el éxito de Cúper en el Mallorca, pero ná, bacalá. Luego estaba Cardetti, un goleador incomprendido y del tamaño de una pulga. No le hacíamos un gol ni al arcoiris, con eso creo que queda todo dicho.

Al bajar decidí no renovar el abono. Los motivos, pues que cada vez aguantaba menos los comentarios durante todo el partido metiéndose con los jugadores, el árbitro y todo lo que se moviera. No voy al foot-ball para crisparme.

Son famosas las segundas vueltas de Mariano García Remón, entrenador a la sazón de la U. D. S. Famosas porque se hunden los equipos. En la primera parecía que nos íbamos a salir de la tabla y en la segunda encadenamos una racha de 9 partidos perdidos y 2 empatados. Conclusión, tras más de media temporada como primeros destacadísismos terminamos cuartos empatados con Osasuna (¿de Lotina?) y subieron ellos por golaverage. Otra catástrofe.

Después de esto, más Segunda y hace dos temporadas, Segunda B, siempre ocurre. Afortunadamente sólo fue una temporada. Buen equipo, tiquitaca y fase de ascenso contra la Gramanet, 4-0 en casa donde estuve y luego el Sevilla At. a quien también eliminamos.

Esta temporada estamos con el presupuesto bajísimo y peleando por no descender. Cuando echo la vista atrás veo los grandes momentos que he vivido con la Unión (en uno de esos años pasó a ser mi primer equipo por delante del Madrid pq si no defendemos lo nuestro no lo va a hacer nadie). También los malos, las tristezas, que fueron menos y pienso que la Unión es un vínculo con mi tierra, con la que me vio nacer y crecer y que si se muere, se me va a morir también parte de mi alma salmantina.

Porque en esas estamos, que si vendemos la plaza, que si no hay dinero. Yo sólo he vivido una parte de esos ochentaycinco años de historia, pero me lo he pasado tan bien... Esa historia es parte de la mía propia y no me apetece que se vaya por el sumidero. Quiero poder seguir viviendo alegrías y tristezas, quiero ver a mi gente unida por un sentimiento.

Ahora y siempre: ¡Hala Unión!

jueves, 1 de mayo de 2008

Copa de Europa

Pocas cosas me gustan más que el color de la luz que se ve en las tardes de abril y mayo en los campos donde se decide la Copa de Europa. Es luz de victorias épicas y derrotas inmerecidas, de duelos fratricidas y de llantos victoriosos, de alegrías alborozadas y desazones sin fondo; incluso en días como el de ayer que llovía y llovía sobre Londres. Da igual la ciudad, en todas refulge la luz de día grande.

Ya lo veréis el próximo día 21. Delante del televisor apreciaréis cómo, en la imperial Moscú, mientras los jugadores forman escuchando el himno de la Champions, la luz es distinta, preciosa, increíble, reveladora de que algo importante va a ocurrir.

Lo de ayer quizá no fue foot-ball bello, pero sí duro, intenso, dramático, trepidante, inglés. Los hombres que juegan en las islas le dan al juego que allí inventaron una dimensión diferente. El ritmo alto durante todo el partido, el aprovechamiento del tiempo en jugar y no en protestar o fingir, siempre tratan de ganar, ¡alto!, ¿siempre? ¡Joder!, perdonad, no me acordaba del bochornoso espectáculo que dieron los otrora red devils del ManU en can Barça. ¿Eso es foot-ball inglés?, no, claro, no lo es. Y no lo entiendo, quizás es que sir Chewing Gum con el paso del tiempo se ha convertido en un viejete cobardica. Alguno dirá que práctico. No lo comparto.

Aún recuerdo el partido de vuelta de semifinales del año 99. Delle Alpi, Juventus-ManU. En la ida el resultado había sido de 1-1 (esto lo he tenido que mirar porque no me acordaba). Es cierto que tenían que marcar si querían pasar la eliminatoria y que a los 12 minutos perdían 2-0 pero aquello fue apoteósico. Uno de los mejores partidos que jamás he visto. Resultado final 2-3 (de éste me acordaba) y un partidazo. El ManU al ataque total con un partidazo de Andy Cole en particular y la Juve con Deschamps, Zidane, Inzaghi, acabo de mirar las alineaciones y no estaba Del Piero, supongo que estaría lesionado o sancionado.

La cuestión es que de aquel partido me acuerdo y del de hace una semana me habré olvidado en septiembre. Además, ¿qué es eso de poner a Rooney de interior derecho para defender todo el partido? Lamentable.

Y lo de Cristiano Ronaldo en los dos partidos para nota, de suspenso, claro. Salvo los cuatro primeros minutos del Camp Nou en los que provocó una falta, un saque de esquina, un penalty que además tiró y falló, el resto, sin noticias de él. Aquí, obviamente, no tiene la culpa el abuelo, pero el tontugués desaparece en las citas importantes. El año pasado Kaká le demostró qué es ser un jugador grande y decisivo y en éste ha sido él solito quien se ha quitado de enmedio. Igual le pueden las citas importantes. Veremos si se redime en la final.

Final que me huele a fosfatina porque como le dé al abuelo por salir conservador y al Chelsea por amarrar también, mal asunto...

Pero siempre nos quedará la luz.

¡¡Hala Unión!! Ochenta y cinco años de historia que se pueden ir por el sumidero.