Si echo la vista atrás hace dos años estaba con una sensación parecida a la que tengo ahora (este blog es prueba fehaciente de ello). Estoy contento por haber llegado a la final del Mundial pero no lo disfruto como llevo toda la vida pensando que lo haría. Lo mismo me pasaba en la Eurocopa. Casi que en aquel momento la sensación, incluso, era mejor que ahora porque allí no fuimos como favoritos y aquí sí.
Mejor no entro a diseccionar los porqués.
A ver si ganamos mañana. Sería la leche. Aunque, por otra parte, si hay lógica deberíamos hacerlo sobradamente.
Como diría Fernán-Gómez: ¡A la mierda!
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