Pocas veces una noticia me ha dejado tan tocado. Además una que no conlleva un especial mal para nadie. Me enteré el día siguiente a que el Glorioso Patético de Madrid ganase la Europa League: Paco González había sido apartado de la dirección de Carrusel Deportivo.
Empecé a ser oyente suyo hace unos cinco o seis años como mucho. Al principio me parecía que eran una pandilla de tontolabas (venía de Súper), pero no sé muy bien por qué me fueron ganando, fui entrando en sus códigos, en su manera de hacer el programa hasta que me descubrí echándolos de menos los fines de semana que no había football. Había caído en sus redes.
Cualquier cosa que hacemos refleja nuestra personalidad. El Carrusel de Paquito me ganó porque era un programa ácrata, de cachondeo, optimista, nada serio, burro a veces, alegre, sin cortapisas, en definitiva, un desparrame, sobre todo La Primera Hora. Había ocasiones, no tan lejanas, cuando el sufrimiento me ahogaba, cuando no veía motivo alguno para seguir adelante que sólo encontraba mi tabla de salvación en esa Primera Hora de los sábados. Era un oasis en medio de la nada absoluta, los escuchaba, me daban un respiro, podía tirar una semana más.
Ahora se la han cargado. Porque los que vamos teniendo una edad sabemos que, aunque Paco González vaya a otra emisora, no volverá a ser lo mismo.
En esta sociedad no gusta lo distinto, el que va a la contra, el que no se deja arrastrar por la corriente, el que no es "políticamente correcto" (odio esta expresión que además no es española). Por mucho éxito que tengas siempre hay alguien esperando con un hacha para cortarte la cabeza. Triste pero cierto.
A menudo en los últimos días me viene a la cabeza una frase que el propio Paco González dijo sobre los numerosos detractores que sufre Juanma Lillo en la que aludía a que en este país tener ideas está perseguido.
Alguien no quiere que nos apartemos del rebaño. El diferente, por definición, es culpable.
2 comentarios:
No era Friendly con el sistema. El caso es que yo no era su fiel oyente, pero desde un día que quedamos y me comentaste que te gustaba, le he escuchado varios domingos y me habian enganchado sus paridas y su humor ligado a la pelota. Esto suma a mi sensación de cinismo global de la que te hablaba en nuestra última comida. Al final acabo nihilista sensible como tu.
Bienvenido al club de los nihilistas sensibles.
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