miércoles, 25 de marzo de 2009

Y Dios se hizo Deejay

Los caminos por los que se termina llegando a multitud de lugares, bien sean físicos o emocionales, son altamente intrincados o muy simples.

Mis huesos fueron a dar con el House por mera casualidad y ganas de cachondeo, después las drogas hicieron el resto. Mi acercamiento a dicho tipo de música fue fruto del ardor bailotero que hace años me mantenía hasta bien entrado el mediodía dislocandome de garito en garito. Paulatinamente fue viniendo el interés "científico" por esos ritmos frescachones y por otros más duros de digerir. Una cosa lleva a la otra, ensanché la mente y me terminé sumergiendo en el mundillo de la llamada música electrónica. Todavía queda mucho por bucear.

El mencionado interés por ampliar horizontes dentro del susodicho campo me llevó a visitar Burgos durante Agosto de 2008. Se celebraba un festival llamado Electrosonic. Desde que descubrí es estilo House, con todas sus variantes, siempre me he sentido muy identificado con lo que transmite y representa, dejando bastante arrinconado el Techno y otras manifestaciones adyacentes. Empecé a investigar un poco en el Minimal (Ricardo Villalobos, Alex Smoke), asistí a las sesiones de Gui Boratto y algún otro interesante del Creamfields 2008 y mis prejuicios se fueron disipando.

Aterrizo en Electrosonic con unas cuantas sugerencias sobre qué DJs no debía perderme bajo concepto alguno. Vi a DJ Murphy (acelerado para mi gusto pero bueno), Alexander Kowalski (increíble cierre de sesión), Cristian Varela, Mulero (demasiado cañero), Carl Cox (ya lo había visto anteriormente y tengo bastante discografía suya), Ben Sims, Luciano (alucinante) y alguno más. Creo recordar que era el segundo y último día del festival. Voy a la carpa principal donde se está acumulando gran cantidad de gente porque cierra Richie Hawtin. Por supuesto, también me lo habían recomendado. Lo que más me había gustado hasta ese momento eran Kowalski y Luciano con unos directos muy diferentes pero altamente impactantes.

Estoy bailón, es tarde, cerca de las 5h30 pero me apetece seguir meneando las piernas. Hawtin va desgranando su propuesta. Está bien lo que pincha, me va envolviendo poco a poco, noto cómo al resto del personal le ocurre lo mismo, se nota que lo conocen porque están entregados desde el principio. De entrada iba como quien ve una película que no sabe de qué va pero que le gusta y sorprende lo que le van proponiendo. El rubio DJ continúa soltando temas, enlazando melodías, ¿melodías?, pero si esto se supone que es Techno, ¿qué coño de melodías?, sí melodías bailables con un trasfondo hipnótico que incita a que vuele tu imaginación, a ver si me he pasado con el M...

Cuando quise darme cuenta estaba atrapado en una espiral de música impresionante, de una factura extraordinaria, nada repetitiva. La gente bailaba al ritmo implacable que proponía la cara angelical que se parapetaba sobre ordenadores y mesas de mezclas. Imposible apearse del carrusel musical pergeñado por ese genio al que acababa de conocer. Otros te atiborran de ritmos frenéticos sin pausa alguna, sin mesura, sin tacto. Richie lo tiene absolutamente todo, tempo, maestría, sentido del ritmo, melodía si hace falta y por supuesto, caña cuando se requiere, siguiendo una lógica brutal, todo a su tiempo.

Miraba a mi alrededor y sólo veía personas disfrutando de un éxtasis musical alucinante. El tipo había empezado suavemente, como si nada, pero cuando nos quisimos percatar ya nos tenía a toda la audiencia cogida por las tripas y nos movía cual complacientes marionetas a su deseo y antojo. No había visto nada igual hasta que conocí a Dios.

miércoles, 11 de marzo de 2009

London 0 - Hull 4

Toca dar la cara tras el vapuleo de Anfield y para ello poblaré este hueco con referencias a la década de la movida madrileña. Aquella fue una época de creatividad, explosión y, por qué no, de solidaridad construyendo una democracia por entonces endeble.

Alguna de esas virtudes fueron las que pusieron anoche sobre el tapete verde, no de cartas sino de césped, los propietarios del vanagloriado Anfield. Rojo sobre verde y el blanco, de adorno.

Benítez dio una lección de lo que según creo yo el el foot-ball moderno: rapidez, presión, recuperación rápida, todos defienden, todos atacan y sobre todo concentración y voracidad por ganar.

Vuelvo a la década del 80, oía esta mañana al hombre que precisamente cambió el curso del foot-ball moderno (todavía no sé si para bien o para mal), Arrigo Sacchi, hablar sobre las bases que construir un equipo con posibilidades de hacer algo en Europa. Primero hablaba de que las competiciones nacionales las pueden ganar los equipos con buenos jugadores por sí mismos, pero en Europa gana el equipo, el bloque, de ahí que anoche el Madrid saliera trasquilado de Liverpool. Después daba las claves, aunque tengas grandes jugadores de primer nivel (hablaba haciendo referencia a la época galáctica del Madrid en la que no ganó nada) sólo ganas si primero hay hambre por ganar, gran espíritu colectivo y determinación para llevar adelante la idea que tenga el entrenador. Después viene la calidad.

No tengo mucho que añadir a las palabras del italiano. Está claro que ayer un equipo se acercaba bastante a esa idea y otro carecía totalmente de todo.

Lo extraño es que este equipo esté todavía en condiciones de disputar la Liga española, lo cual habla de la mediocridad en la que estamos instalados durante los últimos años.

Por último, a mediados de la anteriormente mencionada década un grupo de la ciudad de Hull llamado Housemartins rompían el predominio musical de la capital británica con un disco titulado como esta reflexión. Cambien los nombres, den la vuelta al resultado y tendrán lo que ya saben.